domingo, 21 de marzo de 2010

EDUCACIÓN Y DICTADURA

      Coherente con  su forma de pensar, la burguesía golpista, a través de los militares que se apropiaron del poder durante el período 1976 -1983, ideó un plan siniestro y sistemático que implicó el genocidio de 30 mil personas cuyo fin último consistía en  frenar los logros de las luchas obreras y estudiantiles  que hicieron eclosión a partir del Cordobazo. 
      Previo a esta fecha, el sistema educativo fue escenario de  importantes procesos de radicalización política: una fuerte sindicalización de los docentes y una intensa actividad militante en los centros de estudiantes de las universidades y colegios.
      Estos avances en la conciencia colectiva  fueron considerados motivo suficiente para que al segundo día del golpe, el delegado militar contraalmirante Cesar Guzzeti, interviniera el ministerio de Educación  y designe delegados militares en todas sus dependencias.
      La dictadura militar sistematiza el proceso de desmantelamiento de las universidades en 1974 con el ministro de educación Ivanissevich que deja un saldo de 3000 profesores  universitarios expulsados. Se produce el cierre de la Universidad de Luján, la supresión de carreras (como la de Psicología y Cine), de cátedras vinculadas a la Historia Política Argentina y Latinoamericana y al desarrollo del pensamiento crítico. Se pretende con esto implantar la doctrina de seguridad nacional y  construir una universidad elitista.
      Con respecto a la Escuela Pública , los militares arman una gigantesca estructura burocrática represiva destinada a controlar –y censurar- en forma absoluta su funcionamiento integral, desde los programas de estudio y bibliografía, la metodología de las clases, el nombramiento y desempeño de los docentes hasta el comportamiento de los alumnos.
      El presupuesto público cayó en un 70 por ciento, los salarios docentes se deterioraron obligando a muchos maestros y profesores a tener dos o más cargos. Además adquirió un papel central la educación privada y religiosa, hecho que abre el camino para el deterioro de la escuela pública
     A su vez, comenzó la transferencia de las escuelas nacionales a provincias y municipalidades – dando lugar a la fragmentación que vive hoy la educación en nuestro país.
Desde las estructuras se presiona a las docentes para que colaboren con “la guerra ideológica”, con el  objetivo de extirpar del sistema a todos aquellos considerados peligrosos por pensar y hacer reflexionar a sus alumnos.
Durante la presidencia de Videla el  ministro de Educación Ricardo Bruera crea el ministerio de “Recursos Humanos” cuya  actividad central fue la “operación claridad”; un sistema de espionaje y depuración ideológica que actuó no sólo en el ámbito educativo, sino que abarcó también el cultural y artístico, con amplias listas negras y cesantías.
 
      Juan Catalán, segundo ministro de Educación durante la dictadura, resuelve  distribuir en los establecimientos un manual  llamado “Subversión en el ámbito escolar”, que buscaba  identificar a los “infiltrados” en las aulas.
     Juan Llerena Amadeo, sucesor de Catalán y  referente de la derecha católica, fue el ministro que con más fuerza impulsó la privatización de la educación y el papel estratégico de la Iglesia y la familia en el sistema educativo argentino.
      Los elementos planteados más arriba dejan en claro que el Ministerio de Educación fue parte activa y responsable en el genocidio de toda una generación de trabajadores y estudiantes.
      Por esto planteamos ¡juicio y castigo a todos los funcionarios, colaboradores y directivos responsables y ejecutores del genocidio dentro del ámbito del ministerio de educación!

Los números
      Las consecuencias  de este proceso fueron muy profundas: 18 mil docentes cesanteados, más de 1710 desaparecidos, más de 6000 estudiantes desaparecidos y 8 mil expulsados.

Las consecuencias de la dictadura en los contenidos curriculares/ /
Desde el punto de vista ideológico hubo un control absoluto desde los contenidos curriculares   a través su vaciamiento, se los presentaba descontextualizados y desligados de las condiciones históricas sociales para que se pierda toda significación.
Uno de los cambios para “adoctrinar” a la juventud fue reemplazar la materia "Estudio de la realidad social argentina" por "formación moral y cívica".
 
En matemática//
 Se prohibió la matemática moderna  porque argumentaban que  su teoría de los conjuntos “fomenta la idea sovietizante de lo colectivo y de los agrupamientos como relación indispensable para solucionar un problema.” 
 
En geografía//
En general los maestros y profesores  no participaban de la enunciación  de objetivos ni de los contenidos, de esta manera se los convertía en meros ejecutores del curriculum diseñado por “especialistas” .
En el caso de la geografía fueron los miembros de La Sociedad Argentina de Estudios Geográficos (GAEA) los que desempeñaron esa labor. La GAEA fue una institución servil a los intereses del  gobierno militar entre  sus exponentes  se encuentran Raúl Rey Balmaceda, Federico Daus, Rocatagliata, quienes además de ser los ideólogos durante los conflictos limítrofes con Chile por el canal del Beagle  y con Brasil por la Cuenca del Plata, fueron  autores de los libros de texto escolares. Los manuales de geografía daban una mayor importancia a la geografía natural (Biogeografía, Fitogeografía, Climatología, Hidrografía y Geografía Física General) en detrimento de la geografía humana y la geografía política, los temas eran abordados desde una perspectiva positivista de la ciencia, descriptiva y despolitizada que tendía a la simple memorización de datos. Los temas relacionados con la geopolítica se transmitieron desde la doctrina nacionalista y de la seguridad nacional.

En lengua y literatura//
Algunos de los libros censurados fueron:
La Patagonia trágica / Osvaldo Bayer
Las venas abiertas de América Latina/ Eduardo Galeano
La educación como práctica de la libertad/ Paulo Freire
Pantaleón y las visitadoras/ Mario Vargas Llosa
Gracias por el fuego y El cumpleaños de Juan Angel/ Mario Benedetti
Un elefante ocupa mucho espacio/ Elsa Borneman

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